Uno de los pecados capitales del que tanto nos cuesta desprendernos
Últimamente se habla mucho de marcarnos objetivos a corto plazo para esos proyectos que queremos hacer y un sinfín de actividades. Lo pensamos, sí… pero a la hora de ejecutar nuestro plan, ¡nos entra la pereza! Una de nuestras mayores enemigas… ¿o quizás no?
Muchas de nuestras tareas rutinarias requieren un gran esfuerzo y son las que más pereza provocan, nos faltan ganas de trabajar y apenas existe motivación. Incluso cuando tenemos la intención de hacer alguna afición que nos gusta, nos cuesta estar físicamente activos. Por ejemplo, hacer un poco de ejercicio físico no significa que realmente vayamos a realizarlo, si no existe una razón para realizar dicho impulso.
Es una realidad que nuestro cuerpo humano está programado para la pereza. Nuestro sistema nervioso es el encargado de hacer el mínimo esfuerzo de actividad y no agotar nuestras reservas de energía, optimizando los movimientos. Tras la pandemia, nos hemos visto obligados a limitar nuestra actividad física, condicionando nuestra tendencia al sedentarismo, y esto nos ha repercutido en nuestra predisposición. Gestos como optar por el camino más corto haciendo el mínimo esfuerzo, o cuando llegamos al destino y preferimos sentarnos a permanecer de pie.
Cómo combatir la pereza y evitar las distracciones
Contrariamente, a lo que se piensa, la pereza está relacionada con la creatividad y la inteligencia. Se desarrolla un sistema de «supervivencia» creando ciertos recursos para realizar las actividades con menor esfuerzo y alta eficiencia. Diversos estudios han demostrado que nuestro sistema, puede modificar nuestros impulsos instantáneamente para reducir energía. Es una realidad que nuestro cuerpo humano está programado para la pereza, sin embargo, existen mecanismos para cambiar este hábito.
Las distracciones como la tv o los dispositivos electrónicos están a la orden del día y el acomodarse en el sofá es un placer. Descansar un rato está bien, pero a veces, cuanto menos hacemos menos ganas tenemos, y esto puede ser un problema a largo plazo.
Una de las claves para superar la pereza, es convertir lo fácil en difícil y lo difícil en fácil. Podemos «boicotear» a nuestro cerebro, realizando pequeños gestos para que nos sea más difícil tener distracciones. Por ejemplo: dejar el mando a distancia de la tv en un cajón sin pilas, hará modificar nuestra conducta porque requiere un mayor esfuerzo para acomodarnos. Esto nos puede permitir dejar preparada otra tarea, para comenzarla más fácil y sacar provecho a nuestro tiempo.
Otra idea es borrar las contraseñas de las redes sociales de nuestro móvil, esto nos ayudará a que nos entre más pereza para entrar. Así tendremos la «libertad» de elegir qué hacer y conseguir el objetivo que teníamos en mente.
No es aconsejable dar muchas vueltas a una determinada acción, ya que esto nos creará mil excusas para llevarla a cabo. Por ejemplo, podemos procurar quedar con una o varias personas para hacer ejercicio, así tendremos una motivación para ejecutar nuestra afición. Llevar una dieta saludable además favorece nuestro bienestar y el incremento de energía.
También el miedo a no fallar, bloquea nuestras intenciones apareciendo la desgana y ser consciente de ello nos ayudará a superarlo. La idea es transformar ese pensamiento, pensando en lo peor que te puede pasar, esto te ayudará a ver otras opciones para tomar acción y superarlo.
A veces nos sobrecargamos de trabajo y la presión que soportamos ralentiza nuestra forma de procesar la información y nuestros movimientos. En este caso, es mejor dejar la tarea por un breve tiempo para descansar y renovar esa energía perdida que necesitamos para reactivarnos.