El libro que recoge las vivencias de muchas niñas
Ariana es un personaje y su historia es ficción; pero en parte es la realidad de miles de niñas y mujeres que viven en Afganistán, un país que ha vuelto para atrás en todas sus conquistas sociales. Antonio Pampliega, el reportero de guerra madrileño nos cuenta en su nuevo libro ‘Flores para Ariana‘, a través de una niña de 14 años, como se vive bajo el tormento de un marido 40 años mayor que ella. Y envía un mensaje a los jóvenes para quienes aquella realidad es tan lejana.
Compromiso con su carrera y con la gente
Antonio ha cubierto zonas de conflicto desde el año 2008. El 29 de enero de ese año comenzó su incansable viaje hacia Bagdad. Su ilusión era obtener el reconocimiento profesional que le permitiera vivir de una vocación apasionante. A lo largo de trece años el reportero ha informado desde Somalia, Sudán del Sur, Ucrania, Irak o Siria, donde debió soportar 299 días secuestrado (julio 2015-mayo 2016), a oscuras y en soledad.
Varios años antes del secuestro, en febrero de 2010, aterrizó en Afganistán y permaneció 40 días. Luego realizó varias más, hasta quedarse allí 6 meses. Así como los trabajos que uno ama y de los que no se puede desentender, el país Pastún acabó comprometiéndolo. Tanto que el periodista se ha sentido obligado a ayudar a todo ciudadano con quien hubiera trabajado. El 15 de agosto de este año, mientras el ejército talibán entraba a Kabul, Antonio estaba de vacaciones en Portugal, pero sufriendo por sus amigos afganos. No descansó hasta saber que todos sus allegados y algunos más, habían abandonado aquel país a salvo. Su colaboración e influencia por haber estado en el terreno durante tanto tiempo fueron imprescindibles para concretar el éxodo de 80 personas. Entre ellos, y tal vez lo más importante, 15 niñas..
«Quien tiene un amigo afgano es para toda la vida: cuando salí del secuestro, la primera llamada que recibí fue de mi traductor, Salem».
¿Qué tan lejos está Afghanistan? En el año 330 a.c. Alejandro el Magno conquistó sus actuales tierras y las llamó Alejandría de Ariana. Mucho tiempo ha pasado desde entonces y el país oriental sigue siendo, para muchos, un verdadero misterio. Tal vez por eso, Antonio no ceja en su intento por hacer conocer todo lo que esté a su alcance sobre su gente, su cultura, su dolor, su esperanza. En los largos días de encierro que pasó como rehén, el único consuelo que encontró fue escribir para acercarnos a ese mundo tan lejano.
Escribir para resistir
En pequeñas hojas que les facilitaban sus captores, comenzó a imaginar la historia de Ariana. La niña protagonista de su último libro. El autor, que eligió ese nombre para homenajear en una, la vida de muchas mujeres afganas, escribía en letras pequeñas para aprovechar al máximo cada papel. Y los guardaba en el fondo del bolsillo de su pantalón, con la esperanza de que algún día vieran la luz. Han pasado ya 5 años de su liberación de Siria, pero tanto allí como en el lugar donde transcurre su novela los derechos de las mujeres continúan siendo cuestionados.
A estas alturas podemos suponer que la propia vida del periodista ha quedado atravesada por su compromiso con aquel país infinitamente. Su misión es dar a conocer la realidad que pudo escuchar en la voz de sus habitantes. Y además enviar un mensaje a los jóvenes para que sepan las diferentes realidades que existen y así, valoren las suyas. Hoy reconoce que, no haber estado en Kabul los días del éxodo, le pesa. Sin embargo sabe que su lugar está junto a su mujer y fundamentalmente, su hija. Ariana, quien solo tiene 13 meses y muchas historias por conocer.