Conoce la belleza de tu piel con el aceite de argán
Conocido como «el oro líquido del desierto» es un aceite muy preciado en cosmética, aunque también se usa en el mundo de la gastronomía. Hoy en día, es uno de los ingredientes más utilizado en belleza, tanto en productos para la piel como para nuestro cabello.
Su origen procede de Marruecos, en la zona suroeste crece el árbol de argán, entre la cordillera del Atlas Occidental a 30 minutos de Agadir. Concretamente, en la Reserva de la Biósfera de Arganeraie, en una extensión de 830.000 hectáreas crecen más de 20 millones de árboles de argán.
De estos árboles se explota su madera para la construcción y fabricación de herramientas, como carbón para cocinar y sus hojas como alimento para el ganado. Es un árbol frutal que produce un fruto de textura carnosa, similar a la almendra, compuesto por una semilla muy dura de donde se obtiene su óleo.
Su aceite comestible de sabor suave, parecido a la nuez, es producido mediante un sistema de prensado en frío de estas semillas maduras. Existe mucha variedad en el mercado de este aceite, podemos identificar si es puro por el color que tiende a ser un tono amarillo oro.
Un preciado aceite con excelentes propiedades que nutren y regeneran rostro y cuerpo
Contiene lípidos y ácidos grasos omega 3, 6 y 9 que ayudan a combatir enfermedades en nuestra piel como la dermatitis o la psoriasis. Su componente principal en ácido oleico es el responsable en reconstruir las membranas celulares de la piel, que reparan sus capas logrando mayor tersura.
El ácido linoleico es uno de los principales compuestos del aceite de argán y nos ayuda a mantener la humedad en la epidermis. Es uno de los componentes más abundantes en nuestra piel, aunque con el paso de la edad vamos perdiendo estos ácidos grasos. Como resultado la piel se vuelve escamosa y pierde su elasticidad, favoreciendo la aparición de arrugas.
Su alto contenido en vitamina E nos protege de la polución del aire y otros agentes externos que dañan la piel causando el envejecimiento prematuro. Además de ser un gran antioxidante, tiene acción bactericida y fungicida que, aplicado en pequeñas dosis ayuda a reducir el acné.
Para lograr una piel más sana y limpia de cicatrices en pieles grasas, podemos mezclarlo con aceite de semilla de uva o de jojoba. Podemos aplicar este tipo de aceites ricos en oxidantes para una piel más luminosa, tras la limpieza facial de la mañana.
Su poder antiinflamatorio es un gran aliado para evitar las irritaciones cutáneas, la descamación de la piel, quemaduras y alivia afecciones reumatoides como la artritis. Su alta acción hidratante ayuda a combatir la aparición de estrías en nuestro cuerpo y fortalece las uñas ejerciendo un efecto reparador.
Contiene vitaminas A, C y E que mejoran el crecimiento capilar, proporcionando brillo y movimiento en la melena. Aplicado en el cuero cabelludo ayuda a eliminar la caspa, aunque no es indicado para cabellos grasos. Pero sí podemos aplicarlo desde la mitad del cabello a puntas, para nutrir y reparar las puntas secas que nos aportará brillo y suavidad.