Un directo en Instagram que cambió todo
El pasado 15 de agosto, en medio de una de las mayores crisis humanitarias, Estados Unidos abandonó Afganistán; también lo hizo su presidente Ashraf Ghani quien huyó del país, llevándose todo el dinero que podía. Ese mismo día tomaron control los talibanes (estudiantes del Corán), quienes habían comenzado a ocupar el país desde los límites de las provincias hasta llegar a Kabul. Sahraa Karimi, primera directora del instituto de cine afgano también logró abandonar su país y lo transmitió por Instagram.
Sahraa corre, la cámara la enfoca a ella solamente, se escucha el sonido de un tránsito citadino, ruido de motores. El calor la sofoca y se seca la transpiración de rostro con el dorso de la mano, habla con alguien, se agita: “Los talibán tomaron la ciudad y voy a huir” El sol está en su cenit, solo se ve su cara. Es un rostro desolado, aterrorizado, sin salida y a la vez incrédulo. Gira la cámara para mostrar los aviones militares que sobrevuelan la zona. No dice hacia dónde va, camina, camina, corre. Mira a cámara, habla con alguien, llega a un edificio, se ve un ascensor, termina.
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Son casi 9 minutos en los que la única protagonista es ella, su rostro, sus pocas palabras, su mirada desesperada que nos requiere. El ritmo es asfixiante. Todos estamos ahí, pendientes de saber el desenlace. Sin embargo, al final del video no se sabe adonde llega o qué le pasó; si está sola o si logró llegar al aeropuerto. Solo sabemos que ella se filmó y subió el directo inmediatamente a Instagram.
Sahraa Karimi había acudido al banco ese mediodía y el gerente de la sucursal le alertó sobre el ingreso de las tropas talibán a la ciudad. Entonces ella, que hasta ese momento creía que el ejército nacional los defendería, entendió que estaban solos. Fue Ahí que decidió huir, como le cuenta ahora a los medios, que no han parado de entrevistarla, desde su exilio en Ucrania.
Los afganos han sufrido los efectos de las invasiones y las prohibiciones muchas veces y Sahraa Karimi es resultado de esta situación. Ella nació en 1983 en Irán, donde sus padres eran refugiados luego de la invasión rusa(24 dic 1979 – 15 feb 1989). En su exilio, logró formarse y ser realizadora cinematográfica. En Eslovaquia, estudió dirección de documental; en República Checa, se formó en cine de ficción y además, es la única mujer afgana doctorada en cine; diploma que obtuvo en la Academia de las Artes Escénicas de Bratislava. Logró regresar a su país luego de graduarse y se dedicó a profundizar el idioma y la cultura durante cuatro años. En 2019 asumió como presidenta del Afghan Film Organization (AFO).
Dos ejemplos de su trabajo bastan para ilustrar que su máxima y constante preocupación son las mujeres de su país. Afghan women behind the wheel, un documental presentado en Eslovaquia en 2009, muestra las peripecias que deben afrontar las mujeres para lograr una licencia de conducir y la resistencia de muchos, debido a las prohibiciones religiosas y culturales.
Por otro lado, su último film Hava, Maryam Ayesha, nominado a mejor película en el festival de Venecia (2019), nos presenta la historia de tres mujeres de diferentes estratos sociales, que deben afrontar la maternidad en diferentes circunstancias, solas y sin poder decidir sobre sus propios cuerpos.
The old house now stands abandoned
Derelict, forgotten, all alone.
Locked inside are my childhood dreams
In this old house which once was my home.© John P. Read#home pic.twitter.com/JjNqTMtg2M
— Sahraa Karimi/ صحرا كريمي (@sahraakarimi) August 31, 2021
Aunque en publicaciones anteriores, ella venía reclamando la atención mundial para evitar que las mujeres de su país quedaran sin voz ni derechos, esta intervención directa tiene más sabor a pedido de ayuda en nombre de todos: de tantos que lograron salir a un exilio no deseado, de otros que tardaron días en llegar al aeropuerto, o de aquellos que no lo intentaron más y sobre todo, de las mujeres, que a partir de ahora quedarán invisibilizadas, acalladas y sujetas a la interpretación particular de una ley religiosa.(La Sharia), pero gracias a Sahraa Karimi y otras muchas mujeres luchadoras, las cosas están cambiando.