Un lugar donde ser ella misma
Zapatillas de punta, Tutu, Pas de deux, muchas horas de entrenamiento diario, dieta sana, medir de 162 a 177cm. , tener un peso de entre 39 y 59 kg, y nada de excesos. Todos estos y seguramente algunos más son los requisitos indispensables para convertirse en una bailarina clásica.
Pero ¿qué me dices si la aspirante es de talla grande (plus-size) y además desborda de energía, entusiasmo, ritmo, rigor y estilo? Te invito a conocer a Lizzy, la joven bailarina norteamericana, capaz de derribar cualquier prejuicio en pocos segundos, con su agilidad y potencia.
Hace ya 4 años Lizzy subió un video a Facebook, según ella misma cuenta, para mostrar lo que hacía. Entonces sucedió que, esos pocos minutos donde se la ve haciendo fouettes a la perfección, inspiraron a muchísima gente y alcanzó los 2 millones de visualizaciones. Por supuesto que también recibió mensajes de odio y discriminación que intentaron hacerla desistir. Ella optó por subir sus posts en cada oportunidad que tuvo y darse a conocer por ella misa, por su su historia de resiliente.
Refugio y determinación
Lizzy perdió a su madre de muy pequeña, vive con sus tíos y baila desde los 5 años. Definitivamente, esto último fue un bálsamo contra una enfermedad que sufre, llamada Pseudotumor Cerebral. Un exceso de presión cerebral que le genera fuertes dolores de cabeza. Su vida, desde entonces, no es sencilla. Debe acudir al médico en forma regular y someterse a sesiones invasivas como tratamiento. El baile ha sido su refugio y un lugar donde poder brillar. No solo baila clásico sino también tap y jazz. Actualmente enseña a niñas y jóvenes.
La joven bailarina de 20 años ya ha firmado varios contratos publicitarios (AT&T, Adidas, Target, Lane Bryant, American Eagle, Invisalign), ha participado en algunos eventos multitudinarios como Eurovisión (2019) y en un videoclip (shawn mendes y Khalid -Youth-), donde se la ve junto a distintos jóvenes resilientes. Incluso, ha accedido a un contrato con la marca de ropa para talles grandes Dia & co. Sin embargo sabe que debe continuar en esta carrera para mantenerse como profesional. Aunque su determinación es muy firme, al parecer durante muchos años, la han hecho sentir que no es buena para el baile. Por eso mismo, Jordan Matter, un famoso fotógrafo neoyorquino, best seller de libros dedicados a la danza, la ayudó a llegar a Los Ángeles, ciudad a la que Lizzie sueña con mudarse. Para convencerla recurrió a la asistencia de dos productores y coreógrafos (dhar.mann y Matt Stefanina).
«Mi instinto me dice que no tengo lo que se necesita para estar aquí porque me han dicho durante tanto tiempo que no»
Como todo sueño tiene sus costos y sacrificios, Lizzy se embarcó en la aventura de conseguir el dinero para trasladarse a L.A. .Lo hizo con una colecta a través de la plataforma gofundme.com. Tal fue la respuesta positiva de sus fans, que ya lleva recaudados 30 mil dólares. Este dinero le permitirá alquilar un pequeño departamento amueblado, cubrir sus medicamentos y además tener un vehículo en el cual trasladarse por aquella gran ciudad.
La fortaleza de su mensaje, no sólo inspira a derribar obstáculos reales. Además nos enseña que no hay objetivos imposibles si uno tiene claro hacia dónde quiere ir. Todo aquello que le han hecho sentir sobre su figura, no es impedimento para que ella persiga su sueño. Y está muy cerca de concretarlo. Historias como éstas, en las que se visibiliza a la persona y su historia, son las que merece la pena recordar y volver a ver en redes.