Kim Kardashian y cómo lucir el vestido con el que Marilyn Monroe le cantó el feliz cumpleaños al presidente Kennedy en 1962
1882, Nueva York vive una expansión económica y una prosperidad sin precedentes. La industria del ferrocarril y la construcción entre otras, convierten de la noche a la mañana a familias de clase media en absolutamente ricas. Es la época de la masiva llegada de inmigrantes atraídos por las posibilidades de empleo y mayores salarios que en Europa y de crecientes desigualdades sociales.
Y dentro de esta sociedad en plena ebullición, dos familias compiten por acaparar el poder y el protagonismo social de la Gran Manzana. Una representa la tradición y el orden preestablecido, atesora una fortuna de muchas generaciones y lidera la alta sociedad neoyorquina. La otra, de orígenes más humildes recientemente enriquecida gracias a la industria ferroviaria, aporta nuevos aires y anhela ser aceptada en los círculos más exclusivos de la ciudad.
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La trama está servida y en un contexto donde la apariencia es tan importante, cobra muchísimo protagonismo el vestuario. La figurinista Kasia Walicka-Maimone, analizó hasta el mínimo detalle y como ella misma declaró: “Siempre soy absolutamente fiel a la silueta de la época y a las consecuencias sociales de cada elección elegida”. Y es que en una época donde los corsés, drapeados y polisones estaban a la orden del día y la ultrafeminidad estaba servida, hubo que recurrir a los mejores en creación de vestuario de época hecho a medida y con mucho mimo.
Hablamos de Peris Costumes, empresa española creada en 1856 y responsable del vestuario de series como ‘Los Bridgerton’, ‘The Crown’, ‘Gambito de Dama’ o ‘Emily in Paris’. Para la primera temporada de la serie, confeccionaron unos 80 vestidos de mujer, 80 de hombre, indumentaria para personal de servicios e innumerables pares de calzado siendo muy fieles a la vestimenta de la época y diferenciando claramente entre el propio de la vieja guardia neoyorquina y el de los “nuevos ricos”.
La Edad Dorada en la MET Gala 2022
A pesar de que el dress code de la MET Gala 2022 estaba claramente definido como “Gilded Age y White Tie”, muchos de sus asistentes lo interpretaron a su manera y los expertos en moda coinciden en que fueron pocas las invitadas que se ciñeron al mandato de Anna Wintour, Blake Lively de Versace fue una de ellas.
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Y entre tanta propuesta estilística, Kim Kardashian apareció enfundada en el mítico vestido nude con más de seis mil cristales cosidos a mano que Marilyn Monroe lució en 1962 cantando “Happy Birthday” al presidente Kennedy en el Madison Square Garden de Nueva York.
A la empresaria no se le ocurrió “nada más estadounidense” que la mítica Marilyn y causó el mismo revuelo que en 1962 provocó un vestido brillante, dibujando curvas y en muchos sentidos precursor de los archifamosos “naked dress”.
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Se trata del vestido más caro vendido en una subasta y actualmente es propiedad del museo Ripley’s en Orlando. El viaje desde la oscura cámara donde duerme el vestido hasta el vestidor de la Kardashian, fue custodiado por guardias y tuvo que ponerse guantes para probárselo.
Mucho se ha comentado sobre la dieta exprés a la que se sometió la celebrity para poder lucir el vestido en la que perdió 7 kilos en tres semanas y las 14 horas que pasó tiñéndose el pelo para conseguir ese rubio platino que recogería en un sencillo moño de un outfit que remataría con unos pendientes de Cartier y un abrigo de pelo blanco.
La única condición que puso el museo fue que lo luciera unos instantes en la alfombra roja y luego lo cambiara por una réplica, y es que una pieza valorada en más de 5 millones de dólares, bien merece permanecer en algodones para toda la historia de la moda.