El estrés, como puede cambiar nuestra personalidad
El estrés es un estado de tensión emocional y física que reacciona como un mecanismo de autodefensa frente a situaciones de presión, tanto positivas como negativas.
Vivimos en una sociedad, donde casi todo nos produce estrés, el trabajo, la crisis económica, problemas de salud, familiares o la propia rutina de cada día. Por lo general, definimos el estrés como algo negativo, pero en muchas ocasiones, resulta ser muy positivo si se sabe controlar. Ayuda a nuestro organismo a reaccionar para adaptarnos a los retos de nuestra vida cotidiana. Según qué tipo de estrés influirá directamente en nuestra forma de evaluar las situaciones. Así que, de manera más objetiva, veremos la realidad de la eficacia de los recursos y saber cómo darle solución.
Un nivel de estrés normal se puede considerar sano cuando nos ayuda a estimularnos, para enfrentarnos a los problemas. Nos permite ser creativos, hacer que tomemos la iniciativa y responder ante ciertas situaciones que necesitamos resolver. Para realizar nuestras actividades cotidianas, debemos de estar llenos de energía y es vital sentir algo de ansiedad para afrontarlas. Pero cuando sobrepasamos ese nivel de ansiedad alterando nuestro bienestar, es cuando nos puede causar desgaste mental, irritabilidad u otros trastornos psicológicos.
Un exceso de estrés puede poner en riesgo nuestra salud
Si no somos capaces de controlar ese estado de ansiedad, poco a poco irán apareciendo síntomas como la falta de apetito o cansancio. Estaremos más irritables y no dormiremos bien, esas pequeñas señales de que estamos sufriendo un nivel de estrés excesivo que nos pondrán en alerta. Es importante saber detectar estos pequeños síntomas para poder tomar una perspectiva diferente de la situación, ya que puede derivar a un problema mayor.
La sobrecarga de estrés puede convertirse en crónico, creando incluso problemas físicos en nuestro organismo. Nos puede afectar en el sistema digestivo, ocasionarnos disfunciones cardiacas, insomnio y obesidad, entre otros.
Nuestro cuerpo necesita un equilibrio, y es importante saber organizar nuestras obligaciones con actividades que nos gusten, para despejar nuestra mente. Reservar un poco de tiempo a hacer ejercicio, además nos permitirá liberar las tensiones diarias.
Llevar una dieta saludable con alimentos ricos en vitaminas. Las frutas, como las naranjas, los limones, pomelos o los kiwis nos ayudan a reducir los niveles de cortisol, una hormona relacionada con el estrés. Además, el alto contenido en vitamina C nos ayuda a reforzar nuestra sistema inmunológico.
Dormir bien es una condición indispensable, un sueño adecuado permite reducir los niveles de cortisol que nos hace estar en estado de vigilancia. Un buen descanso puede ayudarnos a mejorar nuestro estado de ánimo, nuestra actitud y la forma de reaccionar, incluso en otras situaciones.