El estatus, esa clave social de la que todo el mundo parece evitar hablar. El estatus es la posición que tenemos en la sociedad; y pueden afectar a ello un montón de factores incontrolables. Pero antes de nada yo soy Lea, y esto es Momento It Girl by Into the Glow.
Ambos términos a menudo se entrelazan en conversaciones sobre aspiraciones y deseos, pero en realidad, son tan diferentes como un par de Manolo Blahniks y unas zapatillas deportivas.
El lujo es esa bolsa de Chanel que te hace suspirar, esos zapatos que te hacen sentir como si estuvieras caminando sobre las nubes, o esa cena en el restaurante más exclusivo de la ciudad. Es el arte de disfrutar las cosas más finas y exclusivas de la vida. El lujo es tangible, es el placer inmediato de rodearte de belleza y extravagancia.
El estatus, en cambio, es un poco más complicado. Es la forma en que el mundo te percibe y la manera en que te presentas ante él. El estatus no se compra con una tarjeta de crédito; se construye con logros, conexiones y, a veces, con la pura percepción. Es la dirección en la que vive tu apartamento en Nueva York, la gente con la que te rodeas y los círculos sociales en los que te mueves.
El lujo te da estatus, si te rodeas de un ambiente que valore el lujo; pero quizás en otros ámbitos, lo que te de estatus no tiene nada que ver con el diner, como el estatus social. Parece que una persona con muchos amigos es más popular y por eso se valora el estatus; o al contrario, depende del círculo en el que te muevas, puede parecer que una persona que prefiere tener pocos amigos y pasar más tiempo en casa es un símbolo de que prioriza el autocuidado: un estilo de vida muy en tendencia ahora mismo.
Sin embargo, buscar el estatus tiene sus consecuencias. Es positivo que pueda volverse una motivación para cumplir nuestras metas; aunque debemos saber gestionar también la presión social e incluso el impacto en la salud mental.
Si te ha gustado, quédate con Momento it Girl by Into the Glow ¡Puedes leer el anterior capítulo aquí!