Una experiencia sensorial y emocional
Para los que nos apasiona la gastronomía y el buen comer, todo platillo nuevo es bienvenido pero ¿alguna vez pensasteis en comer un helado de cangrejo o una gelatina de oliva? ¡Pues sí, vengo a hablaros de ello!
La gastronomía molecular tiene una gran potencial y revoluciona la cocina tradicional pues tiene la capacidad de envolver al comensal en una experiencia sensorial y emocional inimaginable.
‘Cocina de laboratorio’
Mediante la aplicación de técnicas especificas y la incorporación de químicos más aditivos se obtendrá preparaciones con aromas o temperaturas inusuales que sorprenderán gratamente al comensal. Pues claro que sí, se logra no solo sorprender sino mejorar su sabor en una presentación única.
Cada receta es una experiencia casi de laboratorio, modificando la textura de los ingredientes, así como su forma y temperatura, a ésta técnica se la llama deconstrucción. Esta “cocina de laboratorio” usa para sus ingredientes (toma nota jeje) lo siguiente:
- El Dióxido de Carbono para introducir burbujas y espuma
- El Nitrógeno líquido, cuando se trata de congelar
- Centrifugadora para una deshidratación parcial
- Sustitutos del azúcar
- Gelatina
- Gomas naturales
- Espesantes
Y ésta alquimia que se va abriendo camino nos lleva a ¡un menú impensado!, no apto para paladares tradicionalistas, es que unos Raviolis esféricos con helado de cangrejo de postre pueden dejar boquiabierto a más de uno, quedando dispuestos a maravillosos sabores que los ojos y los sentidos no logran terminar de aunar.
Es que la gastronomía molecular, es cocina, química, arte y show, donde la presentación culinaria en frascos de Nitrógeno, jeringas, medidores de PH y destellos de luces LED, nos ponen la mesa para recibirnos con los sentidos más alertas que nunca.