Una mente inquieta por naturaleza
Nacida en Sevilla, habiendo estudiado Diseño Gráfico y con un máster en moda y publicidad, Lea Farren ha trabajado con los fotógrafos y retocadores más top de España y va camino de convertirse en la próxima Annie Leibovitz.
Con su propio estudio en Madrid, La Infame, Lea no sólo realiza las fotografías sino que produce las sesiones completas. En su tiempo libre toca la guitarra, canta, hace ilustraciones ¡e incluso esculpe! demostrando que la mente puede despejarse de mil formas distintas. Dentro de poco se publicará su primer libro pero hasta entonces, nosotros hemos conseguido un hueco en su apretada agenda para tener una entrevista con ella y que nos contase el fantástico mundo de la fotografía y el trabajo duro que ha tenido que realizar para conseguir sus metas.
“Muchas veces pienso que en cualquier momento me caeré y se esfumará todo el esfuerzo, pero eso es lo más difícil de dedicarse al mundo del arte: la pérdida constante de fe y ser capaz de levantarte otra vez cuando crees que ya no puedes más”
¿Cómo llegaste a convertirte en fotógrafa? ¿Qué te inspiró para ello?
Mi padre, además de ser ingeniero electrónico, tenía una pequeña tienda de fotografía en mi pueblo, lo curioso es que allí no se hacían fotos de carnet, se hacían fotos artísticas, cosa bastante rara para la época, así que el concepto de fotografía en mi casa era muy distinto al que tenían los demás. Mi casa estaba llena de fotos elegantísimas de mi madre sin ropa, o de mis hermanas haciendo cosas del día a día como maquillarse o comer fruta en los escalones de la entrada. Así que crecí rodeada de cámaras antiguas, Super 8, proyectores, fotos y diapositivas. Entrar en el mundo de la fotografía para mi fue un paso muy natural.
He trabajado durísimo para llegar hasta aquí, no ha sido fácil. En tercero de carrera empecé a trabajar gratis de prácticas para un fotógrafo publicitario con el que estuve más o menos 8 meses, luego lo dejé porque entré de prácticas en una empresa de moda como fotógrafa donde me pagaban 400 euros con los que sobreviví durante un año, realmente no eran prácticas, yo era el departamento entero de diseño y fotografía, así que no aprendía de nadie, aprendía a base de darme chocazos contra mis propios errores.
Poco tiempo después un estudio de fotos me llamó para hacer un acuerdo: yo podía usar el estudio a cambio de asistir a los fotógrafos que alquilaban el estudio. Empecé a faltar a clases porque no me daba la vida, empecé a somatizar un montón de cosas por el estrés. Poco a poco fui dejando las cosas y me quedé en el estudio a tiempo completo, sobreviviendo de mis pocos clientes y acabé la carrera un poco a lo bruto. Pero estaba aprendiendo mucho.
El máster que hice fue genial y me enseñó muchísimo, buscaba clientes hasta debajo de las piedras, haciendo cosas pequeñas para marcas pequeñas, retratos para revistas, retocando mucho para otros fotógrafos y otros retocadores.
Me levantaba viendo fotos y me acostaba viendo fotos, fue prácticamente una obsesión que me pasó bastante factura a la larga. En un momento dado me estanqué y sentí que debía alejarme de la fotografía para volver con más entusiasmo. Abrí una marca de collares de perro hechos a mano por mi, me hice la tienda online, me hice las fotos, las campañas, las RRSS, aprendí muchísimo, y gracias a aquel parón, volví a reencontrarme con mis fotos, y descubrí que echaba muchísimo de menos el estudio de alquiler donde trabajaba tanto.
Y me propuse abrir el mío propio. Encontré un local perfecto y lo reformé con mis propias manos, ¡fueron meses divertidísimos y extenuantes! Pero no tenía dinero para mucho más, así que tenía que hacerlo yo misma. En enero recibí una oferta de la universidad para dar clases de fotografía a los alumnos de segundo de carrera, así que terminé la obra al mismo tiempo que daba clases en la universidad. El 1 de Marzo La Infame abrió sus puertas y el día 11 cerró por el Covid. Ahora hemos vuelto a la carga y está que no para, ¡estoy muy contenta y expectante por ver todo lo que me queda por vivir!
“Mi reto fotográfico siempre soy yo misma. No ponerme la zancadilla en los proyectos grandes, no desistir”.
¿Cómo describirías tus trabajos? ¿Qué crees que te hace diferente?
Yo no creo que tenga nada diferente, hoy en día hay tantísimos fotógrafos que es imposible ser del todo diferente, siempre hay alguien que hace lo mismo que tú al este de Kuala Lumpur, lo importante es ser fiel a mi misma, y en eso sí que no me fallo. No creo que lo que hago se parezca ni un poco a lo que quiero llegar a hacer, así que estoy en constante cambio y evolución. Al final mi sector es la moda y la moda evoluciona todo el tiempo ¿cómo no voy evolucionar yo? Me paso el día consumiendo moda, repasándome las nuevas editoriales que publican cada día en las revistas, buscando las new faces que están en auge, investigando marcas nuevas, viendo las campañas y los ecommerces de las marcas que marcan el camino…. ahí si que veo que hay una diferencia grande entre las personas que investigan y se nutren y las que tienen como mayor referente instagram.
¿Cuál ha sido tu reto fotográfico más grande?
Mi reto fotográfico siempre soy yo misma. No ponerme la zancadilla en los proyectos grandes, no desistir, y ser capaz de organizarme y llegar con las cosas claras el día de la sesión al set. Reto como tal, creo que no he tenido porque al final la vida te prepara para lo que puedes soportar, así que todo ha ido llegando poco a poco. Pero como anécdota, el reto más grande fue no dejarle caer a Paris Hilton un palio reflector de aluminio en la cabeza que estuve sujetando con los brazos en alto a pulso durante media hora. No somos conscientes de lo fuertes que somos hasta que depende de tu fuerza no darle con un aluminio delante de todo el equipo de Vogue a Paris Hilton. Ese día lo pasé mal, y estoy orgullosísima de mis brazos por no decaer ese día -(risas)-
“Nadie va a ver tu esfuerzo, no esperes que nadie te lo recompense, porque no va a pasar, solo serás tu quien un día de pronto vea que hizo camino sin darse cuenta, y que además era camino entre la maleza, no solo caminabas, sino que ibas con un machete arrancando hojas y abriéndote paso en la selva.”
Si pudieras dar un consejo a todas aquellas mujeres y hombres que quieren ser fotógrafos pero tienen miedo de que no se les tome en serio en este gran mundo del arte, ¿qué les dirías?
Que lo entiendo, jajajaja. Les diría que hay espacio para todo el mundo, hay clientes, sin duda, pero hay que trabajar como un maldito muñeco a pilas. No puedes dejar de hacerlo, nadie va a ver ese esfuerzo, no esperes que nadie te lo recompense, porque no va a pasar, solo serás tu quien un día de pronto vea que hizo camino sin darse cuenta, y que además era camino entre la maleza, no solo caminabas, sino que ibas con un machete arrancando hojas y abriéndote paso en la selva. Hay que esforzarse muchísimo y dejar la competitividad con los demás para hacer equipo, juntos llegamos mucho más lejos, pero hay que ser competitivo con uno mismo, cada día tienes que querer ser mejor que tú ayer. Sin compararte, cada uno a su ritmo, pero va a ser cansado, no te va a gustar muchas veces, vas a llorar muchas otras, vas a querer dejarlo todo, pero la diferencia entre los que llegan y los que no, es sólo que los que no, hubo un día que no se volvieron a colgar la cámara después del enésimo fracaso.
Con estas bellas palabras concluye la entrevista a Lea Farren, dejándonos los pelos de punta y queriendo luchar aún más por lo que soñamos, siendo mejores personas con nosotros mismos, no rindiéndonos nunca y dejando claro que si nos esforzamos llegaremos más lejos, por mucho que nos cueste el camino. ¡Gracias Lea por la entrevista!
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