Estar en cuento de hadas, sabiendo efectivamente que solo es un cuento. Es, más o menos, lo mismo que lo que sentimos todas cuando una persona a la que acabamos prácticamente de conocer nos promete lo imprometible; nos creemos en una nube. Salir con intensitos es más o menos lo mismo que aficionarse a hacer jarrones de cerámica. Complicado, satisfactorio, pero que sabes que una vez sueltes el pedal: el jarrón tan mono se desmoronará y acabará siendo decepcionante. Pero antes de nada yo soy Lea, y esto es Momento It Girl by Into the Glow.
Supongo que la expresión «Dios los cría y ellos se juntan» tiene todo el sentido… Porque yo me lo creía una y otra vez. Después de varios proyectos de jarrones intensitos me he replanteado por qué me pasa esto. Y creo que yo también soy una intensita: pero a diferencia de ellos, yo lo seré toda la vida. Ellos lo son como mucho el primer 20% de citas totales, ¿tiene sentido? Por algo soy conocida entre mis amigas como la que «se viene arriba». Y eso me ha jugado buenas y malas pasadas.
Una de mis citas de cuento de hadas fue en la que mi crush, en tan solo la segunda cita, me llevó a su restaurante favorito a cenar. No sé cómo el sushi en mis relaciones siempre tiene relevancia, pero una vez más fuimos a un restaurante de sushi… Luego dimos un paseo viendo el atardecer… Blah blah blah. El resumen de esta primera parte es que yo estaba francamente en mi mejor momento físico: después de un par de meses haciendo ejercicio regularmente, recién llegada de una semana en la playa con mis amigas estaba morenita, y me hice unas ondas con mi pelo larguíiiiisimo en ese momento.
Creo que era Agosto: y estaba en plena etapa de mi JET SET lifestyle. Aprovechando el momento. Obviamente esto fue un factor muy importante: él no paraba de decirme lo guapa que era, lo increíble que le parecía, y tan increíble me parecía a mí que alguien me lo dijera: que ME LO CREÍ. No os lo recomiendo. Pero bueno, segunda cita: antes de despedirse de mi en el metro me dijo «creo que me estás empezando a gustar de verdad». Yo flipaba.
Acto seguido, como de costumbre siempre después de una cita, en pleno verano, con 20 años: me fui con mi mejor amiga de fiesta. Fuimos a un sitio al aire libre, con súper buen ambiente… Y yo esa fiesta la viví de otra manera, porque no es lo mismo salir cuando te gusta alguien. Aclaro que él también salía a su vez de fiesta y estuvimos chateando toda la noche. Y atentas porque aquí viene el final del cuento de hadas.
Pim, pam, pum. De último minuto, a eso de las 7 de la mañana los intensitos decidimos que la segunda cita no se acababa ahí… Vino 40 minutos en coche solo para estar un rato juntos los dos por la mañana. No hace falta ser muy detective para ver que ambos somos unos intensitos. Increíble. Lo mejor es que no pasó nada sexual, fue solo un vernos por la mañana y ya. Cualquiera pensaría que eso es imposible.
A pesar de que yo he dejado de ver a este chico de esta manera por x o por y, he de decir que le guardo mucho cariño. De hecho, él ahora es amigo mío y le pedí que me diera su testimonio sobre este día ya que iba a escribir el artículo. «¿Cómo lo definirías con 3 palabras?» dije. «Dos muy locos» contestó. Lo que me reí.
Lo malo de estos cuentos de hadas de intensitos es que no se suelen mantener en el tiempo, y a la gente se le pasa la intensidad. Pero… Creo que es un recordatorio más de que somos jóvenes; amores fugaces, si te surgen, no vienen mal; y un cuento de hadas o un proyecto de jarrón de cerámica seguro que te mantiene entretenida. Eso sí, cuidado porque debemos saber que se acabará.
Si te ha gustado, quédate con Momento it Girl by Into the glow. ¡Puedes leer el anterior capítulo aquí!